5 ecomuseos andaluces que debes conocer
Naturaleza, costumbres, antiguas industrias, legados... los ecomuseos son espacios ideales para hacer ecoturismo en familia y empaparnos del entorno que estamos visitando. Conozcamos algunos de ellos.
Andalucía se ha sumado al concepto de ecomuseo y lo ha hecho en puntos de su geografía que, por sus recursos naturales, paisaje, geografía e historia, bien merecían tener un contenedor para darse a conocer. Mostramos aquí cinco ejemplos, repartidos por Almería, Cádiz, Huelva y Málaga, de enorme interés para quienes apuestan por el ecoturismo y la sostenibilidad. O para aquellos que sienten una curiosidad crónica.
Ecomuseo La Casa de los Volcanes (Níjar, Almería)
Todo empezó con la minería. La antigua explotación de Rodalquilar, dedicada a la búsqueda de oro, cerró en 1966. Una las instalaciones de aquella industria, la Casa PAF (Precipitación, Afino y Fundición), sería con el tiempo reutilizada como ecomuseo, dedicado a conocer e interpretar los paisajes geológicos del Geoparque Cabo de Gata-Níjar, cuya posición geográfica y carácter árido ha generado una flora y fauna realmente singulares. Y adaptadas.
Lo bueno de este ecomuseo es su vertiente etnográfica, dada la importancia histórica de la minería en esta zona, que data del siglo XVI. La fiebre del oro también se vivió en Almería, concretamente con el desembarco de la Compañía Minas de Rodalquilar, en los años treinta del siglo XX. En una de las salas del ecomuseo -si buscas turismo sostenible para niños, ¡visítalo en familia!- se explica, a través de una gran maqueta, el proceso de las explotaciones y el laboreo del oro.
Ecomuseo de Benalauría (Benalauría, Málaga)
Nos desplazamos hasta el Valle del Genal. Allí se encuentra Benalauría, un pueblecito cuyo origen se remonta al siglo VIII, con la llegada de los musulmanes bereberes que ocuparon el sur de la Serranía de Ronda. Diez siglos más tarde, un molino de aceite (antigua almazara "de sangre”) ubicado en su barrio alto, será el futuro Museo Etnográfico de la localidad. Aunque experimentó un proceso de restauración, lo cierto es que se había conservado muy bien: con su extraordinaria prensa al estilo árabe, las piedras de moler, la caldera, el aljibe...
Ecomuseo de Benamahoma (Grazalema, Cádiz)
Otro antiguo molino de agua -el del Nacimiento- fue el espacio elegido para este ecomuseo ubicado en la Sierra de Grazalema. En este caso, centrado en el uso que el ser humano de estos parajes ha hecho del agua, crucial para la supervivencia misma. Conocer el ciclo del líquido elemento en un espacio tan rico como el Parque Natural de la Sierra de Grazalema resulta sumamente enriquecedor. En tiempos de cambio climático, además, hace que los visitantes sean todavía más conscientes de la importancia ecológica del clima y del agua en nuestras vidas.
Además, gracias a este ecomuseo podemos conocer los útiles relacionados con los molinos de harina y aceite, así como los de otros oficios que permitieron subsistir al pueblo (lana, panadería). En todos ellos, la fuerza del agua sería fundamental para su desarrollo. El río Majaceite, cuyo curso transcurre cerca del ecomuseo, corrobora silenciosamente este discurso.
Ecomuseo mareal Molino del Pintado (Ayamonte, Huelva)
Un gran molino mareal de agua salada, restaurado, acoge este ecomuseo que nos introduce en el fascinante Paraje Natural Marismas de Ayamonte e Isla Cristina. La fuerza del agua era la responsable de la molienda de trigo. Además del ecomuseo, los visitantes tienen la oportunidad de descansar, hacer cicloturismo por la zona, senderismo, o dar rienda suelta a su pasión por la ornitología, fotografiando a las aves autóctonas.
Ecomuseo histórico de Benaocaz (Benaocaz, Cádiz)
La Ruta de los Pueblos Blancos es parada obligatoria a la hora de decidir qué visitar en Cádiz. Benaocaz está aquí, y cuenta con un ecomuseo donde el relato histórico se centra especialmente en la relación entre sus antiguos pobladores y la naturaleza. Se exhiben piezas de más de 100.000 años de antigüedad, rescatadas de los principales yacimientos de la zona. Conocemos, así, cómo vivían las gentes cazadoras, agricultoras y ganaderas en épocas muy remotas. La vida cotidiana de la sierra en la era romana -la ciudad de Ocuri, que ha legado importantes restos arqueológicos-, la cartografía del siglo XVIII y la evolución de las industrias de la tierra (en especial la marroquinería y la agricultura).
