La iglesia de Santa Ana se conserva a pesar del importante incendio que sufrió el convento en 1993.
La iglesia se aleja de los convencionalismo de las iglesias conventuales de la época, siguiendo algunos modelos sevillanos, con una iglesia de tres naves, y dos coros, alto y bajo.
Alberga una de las joyas andaluzas que formarán escuela, el retablo mayor de Blas Escobar, con esculturas del sevillano Pedro Roldán, destacando la imagen principal de La Inmaculada Concepción y el grupo escultórico de Santa Ana y la Virgen, muestra del naturalismo imperante en la época del barroco sevillano.