Bélmez de la Moraleda y sus caras
En los años 70, en el suelo de la casa de María Gómez comenzaron a aparecer unas pigmentaciones que fueron tomando forma de caras, hecho que provocó una extraordinaria conmoción en el país. Llegó a haber cientos de imágenes repartidas por toda la vivienda. Un dato curioso es que bajo la casa de María Gómez Cámara se encuentra un antiguo cementerio medieval musulmán, del siglo XIII. Hoy, 50 años después y cuando las caras comienzan a difuminarse, el Centro de Interpretación de las Caras de Bélmez informa sobre el acontecimiento.
Ha pasado medio siglo desde que, en 1971, María Gómez Cámara, mientras cocinaba unos pimientos en su casa de la calle Real de Bélmez, vio aterrada como en el suelo de su cocina surgía una cara que parecía mirarla. Con mucho miedo se picó la cara y se le dio una capa de cemento. Pero volvió a surgir días después. Esa primera cara, apodada como la pava, parecía representar a un varón de ojos expresivos y trazos oscuros, que representaban los bigotes y su boca. Días después otros rostros surgieron, algunos con formas famélicas y esqueléticas.
El debate sobre fraude o paranormalidad nunca ha cesado. Como tampoco el interés y el turismo. Un curioso modelo de turismo de lo paranormal, que generó un goteo de visitantes que aún continúa. La vivienda permanece cerrada desde la muerte de la dueña, aunque en 2013 el Ayuntamiento de Bélmez inauguró el Centro de Interpretación de las Caras.
Mediante soportes audiovisuales y gráficos, el visitante es guiado a través de los acontecimientos que han ido rodeando este fenómeno paranormal, desde su aparición en los años 70 hasta la actualidad. Se muestra documentación sobre su repercusión mediática a lo largo de los años, las publicaciones dedicadas, así como una referencia a las diferentes teorías e hipótesis elaboradas.
Para impregnarse de magia, lo mejor es acercarse a la localidad cordobesa de Bélmez y conocerla con mayor profundidad. Hechizo desprenden el nacimiento de su manantial, en pleno centro del pueblo, sus callejas populares o sus singulares torres vigías, las llamadas del Lucero y del Sol ¡te sorprenderán!, casi tanto como el Día de los Tomillos. La noche del 19 de enero, los jóvenes de la localidad van a la sierra a coger manojos de tomillos, que luego dejan en la puerta de sus casas, cruces de calles o plazas hasta que, con el toque de ánimas, se les prende fuego. Se trata de una noche alegre donde se canta, baila y juega en torno a las candelas.
