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REGIONES Y BLOQUES DE LA PLANTILLA

Lebrija y su fundación dionisíaca

Lebrija

Según cuenta la leyenda, la vinatera Lebrija fue fundada por Baco, la versión romana del dios griego del vino, Dionisos. Y, para más señas, tan curioso acontecer ocurrió en el paraje de El Fontanal. Se trata, como en tantas ocasiones relacionadas con la mitología o las apariciones, de un lugar vinculado al agua, cerca del parque de San Benito, un paraje de cuento donde se abastecía a la población.

Ya hace dos mil años se hablaba de Lebrija, la Nebrissa Veneria romana, como "la que rinde especial culto a Baco”, e incluso el gramático Elio Antonio de Nebrija afirma con claridad que Dionisio realizó en la Bética la fundación de Nebrija, ciudad con puerto junto al lago Ligustino, un estuario del Atlántico tomado hoy por las marismas.

Panorámica

Las referencias a la conexión entre el dios Baco y Lebrija son muy abundantes. El poeta y político Silio Itálico, al citar los pueblos que siguieron al general Aníbal en la segunda Guerra Púnica, citó también al municipio: "La que rinde especial culto a Baco, allí donde tienen su morada los ligeros sátiros y las Ménadas, que celebran de noche los misterios de aquel Dios, cubierta la cabeza con una piel de ciervo”.

Centro Histórico

Se inicia así el mito de la fundación de Lebrija por Dionisio-Baco, a quien Rodrigo Caro encuentra identificado en ciertos autores con Noé. Según entiende el escritor, Lebrija es uno de los pueblos más antiguos de España y también "puede competir con los primeros del mundo”.

Palacio de Lebrija

Elio Antonio de Nebrija, el más ilustre paisano de la villa, en el prólogo de su Historia dice: "Dionisio, a quien se llamó también padre Líbero, llegó a España con un ejército, movido no por el deseo de dominarla, sino para conseguir gloria. Por eso no dejó entre nosotros como vencedor ningún otro recuerdo de su venida, más que haber fundado en la Bética, entre los estuarios del Guadalquivir, a Nebrija, mi patria”.

lebrija

Quizá, imbuida por ese espíritu dionisiaco, cuando paseas por las calles intramuros de la Lebrija romana, la primera impresión que intuyes es la de una ciudad amable, tranquila, generosa, una ciudad de hondas raíces agrícolas (pan, aceite y vino). 

Por momentos, puede dar la sensación de que caminas por un pueblo, un pueblo grande con todo lo auténtico y bueno de estar profundamente enraizado en la Cultura y la Historia. Su centro urbano es bullicioso, que no ruidoso, de tabernas con raíz y afamadas bodegas, y trasmite una grata sensación de placidez. Un lugar donde todo el mundo se saluda.

Hoy, Lebrija se eleva como un arrecife de memoria, un faro que ilumina la vieja marisma y se empapa de sus sabores: ¡experimenta!

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Lebrija y su fundación dionisíaca
Lebrija (Sevilla)

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