En el municipio cordobés de Pedroche, pueblo medieval con calles estrechas y empinadas que se derraman bajo el erguido campanario del Salvador, un pequeño pozo en mitad del callejero oculta grandes secretos. La leyenda se inició en el 709, cuando en la corte toledana del rey visigodo Don Rodrigo destacaba, por su notable belleza, una joven llamada Florinda.
El monarca fijó sus ojos en la dama y le pidió matrimonio, pero la muchacha, que quería conservar su pureza, lo rechazó. El rey, en respuesta, ordenó que la condujeran hasta su alcoba para abusar de ella. De este lance, Florinda quedó embarazada y no le quedó otra opción que contraer matrimonio contra su voluntad. Tras ello, fue repudiada y pasó a ser conocida como la reina Cava, que en árabe significa prostituta. Desesperada, informó a su padre y gobernador de Ceuta, el conde Don Julián.

De inmediato, Don Julián suplicó ayuda a los líderes bereberes, con el fin de que le ayudaran a arrebatar la península al rey que había ultrajado a su hija. Corría el año 711 y, de resultas de aquella afrenta y la consecuente batalla de Guadalete, comenzó la dominación musulmana encabezada por Don Julián.

Entristecida, pues se responsabilizaba de la derrota de su pueblo, la reina Cava se refugió en el Castillo de Pedroche. Según la leyenda, cada noche salía a pasear al patio, se asomaba a un pequeño pozo y lloraba amargamente cada una de las muertes acaecidas. Finalmente, una noche se lanzó al fondo del oscuro venero. Actualmente, el único vestigio del Castillo de Pedroche es precisamente este pequeño pozo, llamado Fuente de la Cava.

Siglos después, cierta madrugada, asomó del pozo una mujer desgreñada y con aspecto desquiciado. Entre salvajes carcajadas, se encaramó al brocal mientras hundía su inquietante mirada en la oscuridad del pozo. Luego, sin mirar atrás, huyó sin dejar rastro alguno. Cuentan los vecinos que noche tras noche se veían obligados a encerrarse en el interior de sus casas por miedo a encontrarse con la aparición, pues afirman que el espíritu, a quien se cruza en su camino, lo adormece entre miedos y tristezas.
En la actualidad, todavía hay vecinos del municipio que admiten haber visto al fantasma de la Cava asomando desde el fondo del pozo. Te mira con cierto recelo y, seguidamente, vuelve a sumergirse en sus turbias aguas.
