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REGIONES Y BLOQUES DE LA PLANTILLA

Trevélez y la ondina de la Laguna de Vacares

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Situada en el techo de la península, la laguna de Vacares resulta toda una sima de leyendas. Hay quienes, quizá algo crédulos, cuentan que realmente se trata de un "ojo del Mediterráneo” por su profundidad casi infinita y los enormes peces que contiene. También se dice que el lugar reúne a las almas del purgatorio o que es morada de una sirena de agua dulce, conocida con el nombre de ondina. Tan terroríficas criaturas aparecen con forma de pájaro blanco, con su belleza atraen a los viajeros que andan perdidos por la sierra y los arrastran a las tenebrosas aguas para devorarlos sin piedad.

El macizo de Sierra Nevada, tan poco frecuentado durante siglos, ha gestado multitud de leyendas y mitos, escondiendo multitud de tesoros moros y presentando huellas de seres fabulosos que se ocultan en sus cumbres. Una de las fábulas que más ha corrido de boca en boca dice que en la laguna de Vacares, en el valle de Trevélez, habitaba una sirena de agua dulce conocida con el nombre de ondina.

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Durante la noche, este ser mitológico toma forma de pájaro y vigila los cielos desde las alturas. Cuando otea el alma perdida de un viajero, se transforma en una bella y sensual mujer y, mediante engaños y persuasiones, lo atrae hasta el borde de la laguna, lo sepulta bajo las aguas y devora la pieza violentamente.

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Pero, en uno de esos trances, la ondina se enamoró de un viajero, le perdonó la vida y vivieron una bella historia de amor, en una gruta bajo la laguna. Hasta que, cierto día, el amante descubrió los cadáveres de las víctimas de su bella pareja y huyó de la cueva presa del pánico.

La laguna de Vacares es una de las tres más profundas de la sierra, y tanto su forma de ojo como la ausencia total de vegetación la hacen propicia para la fabulación. Se decía que no tenía fondo, que era un ‘ojo de mar’ que conectaba con el Mediterráneo y estaba habitada por extraños peces, enormes y ciegos. Otros dichos, afirman que tiempo atrás la laguna era un fantástico jardín, lugar donde una princesa se encontraba con su amado. Otro amante rechazado, moro, teniendo noticias de ello asesinó al primero cortándole la cabeza, que inmediatamente se transformó en una piedra negra. La princesa, al conocer la noticia lloró y lloró, hasta que sus lágrimas provocaron la laguna, en cuyo fondo se aprecia una oscura roca. Quizá la cabeza del finado. También se dice que ciertas noches, cuando hay tormenta, se oyen horribles gemidos, los celos del moro.

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Pero, además, los pastores que ascienden por el río Trevélez hasta la laguna, cuentan que hay ocasiones que escuchan los bramidos de la ondina enojada. Sin embargo, hay otros que replican que se trata del choque de corrientes de aire de ambas caras de la sierra. Pero unos y otros lo hacen al calor de una taberna, en Trevélez, degustando el buen vino de la Contraviesa y su afamado jamón de Trevélez, ¡qué bien se vive en La Alpujarra!

Alpujarra
Trevélez y la ondina de la Laguna de Vacares
Granada, Sierra Nevada.